jueves, 9 de septiembre de 2010

Bendita mentira

¡Puedo volar! ¡Gracias al Astrónomo, que me lanzó desde un acantilado para descubrir mi poder, ahora puedo hacerlo cuando quiera! Y gracias también a Staboli, que fue el que descubrió tal poder, e intentó hacer lo mismo que el Astrónomo, aunque desde menor altura. No le guardo rencor, ¡en absoluto!

Ahora entiendo que el tema de volar siempre había estado dentro de mí, como cuando Olipécico me pidió musicalizar uno de sus informes.

Tengo un macetero nuevo, tengo grandes amigos olitas que me cuidan, y además puedo volar sin caerme. ¿Qué más puedo pedir? ¿Es esto la felicidad? Si me estoy engañando, que sean así todas las mentiras.


4 comentarios:

Teleñeca dijo...

Fiolinda es feliz porque tiene alas, quizá sea porque en su subsconciente sabe que eso la hace independiente, ya no necesita que nadie la transporte. Esto sumado a su curiosidad, me hace pensar cuanto tardará en echar a volar lejos.
En cuanto a su "traje" nuevo... a veces necesitamos tan poquito para sonreir...

Marta dijo...

Que bueno que Fiolinda esté tan feliz ¡y con motivo! Que unas alas son unas alas. Ojalá le dure mucho tiempo.

Y vaya con el fragmentito de audio...

Irina. dijo...

¡Vaya pedazo de alas, ni el mismísimo Ícaro! ¿Qué envergarura tendrán? ¡Así cualquiera!

¿Y quién hubiera dicho que Fiolinda era una de esas plantas que sólo los magos conocen? Sí,sí, existen plantas voladoras y árboles habladores. Para estudiarlos mejor, los magos celebran un congreso anual de herbología (lo he leído en Harry Potter, ja,jjaa). Lo que, sin duda, no sabrán es que nuestra amiga tiene los dos dones. ¿Y si se enteran y se la llevan?

De momento, esperemos que no quiera ir demasiado lejos y se pierda en el espacio.

Eynar Oxartum dijo...

Um... las mentiras no me gustan, tanto si son buenas como si son malas.

Irina, por suerte Fiolinda no podría perderse en el espacio. El mecanismo esencial para volar consiste en empujar el aire hacia abajo al menos con la misma fuerza con la que el objeto volante se empuja hacia arriba. En el espacio no hay atmósfera, razón por la cual los vehículos espaciales emplean otros métodos para transportarse (como la propulsión a chorro). Cuanto más alto vuela Fiolinda más liviana es la atmósfera, por lo que tendrá que mover las alas cada vez más enérgicamente. Al final llegará a un límite, que será la altura máxima que puede alcanzar empleando alas.