miércoles, 19 de mayo de 2010

Despedidas encubiertas

Ahora que estoy pasando un poco de tiempo a solas con Fiolinda, dando este largo paseo, estoy teniendo tiempo para pensar mucho; como sabéis, pensar es mi razón de ser.

He pensado que varias veces hemos asistido a muchas despedidas en este planeta: la de el Astrónomo cuando se fue a Tirolingia en busca de Monolito, la de Staboli cuando se adentró más allá de la puerta, la de Monolito cuando se fue, o la mía propia con Fiolinda estos días.

Todas esas despedidas han tenido un reencuentro posterior, a excepción de la de Monolito, que ha sido la única irreversible (sin contar la muerte de Caceroli, que ni nos pudimos despedir de él). Las despedidas irreversibles las formulamos a conciencia, sabiendo que no habrá un mañana compartido. Tienen un punto de crueldad.

Sin embargo, hay otras despedidas aún más crueles: aquellas en las que, tras compartir un buen momento con alguien, al despedirte (o no despedirte) ni siquiera sospechas que ya nunca volverás a ver a esa persona. Son hasta siempres disfrazados de hasta luegos.

Ahora que camino con Fiolinda apretada contra mi cuerpo (para que no se me caiga), le he pedido que ponga armonía a este informe, para ver si me explico mejor. Espero que esto sea el comienzo de una gran amistad... y no el comienzo de una despedida encubierta.

6 comentarios:

Teleñeca dijo...

:(

Es lo único que atino a decir.

i dijo...

Me encanta esta canción... para mí es 'muy Madrid'. (Madrid también tiene algo de despedida).

¿Sabes? Creo que lo cruel no es la despedida. Lo cruel es el vacío. Los vacíos...

(Aprieta fuerte y que no se caiga)

Irina. dijo...

Ay, que no la deje marchar que lo lamentará toda la vida. Porque, a veces, las renuncias son la prueba de amor más grande.

(¿Y el perrico que hace ahí?)

Marta dijo...

Genial la canción. Yo, a veces, prefiero las despedidas encubiertas...

Oli dijo...

Las despedidas en-cubiertas (guión intencionado) a la larga son peores.

Teleñeca, a ver si te da un telele con la canción... menos mal que "siempre me quedará" (comillas intencionadas) el sonido al otro lado del teléfono.

El perrico es Gandhi, un animal del que no me despedí hace unas semanas y que a lo mejor no vuelvo a ver porque está mayorcico (y que fue el punto de partida de este informe).


OLI I7O

Irina. dijo...

Sí, las despedidas en-cubiertas pueden resultar jodías.

Gandhi nunca se despediría de ti... como mi Wilma que, cuando se hizo mayor, no nos dejó llegar a despedirla. Eso sí, antes de irse, recorrió cada habitación de la casa y nos dedicó unos minutos.