Con cien años por banda

Este año se cumplen 100 años de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Esto me ha hecho preparar en mi olla a presión varios ingredientes. Hoy cocino yo.

Para empezar, he metido una ración de "Ágora", película histórica que cuenta, entre otras cosas, cómo la astrónoma Hipatia (musa de nuestro Astrónomo) se da de bruces contra el fanatismo religioso de unos y de otros. Por eso, se me ha ocurrido ver hasta qué punto la religión ha influido en el desarrollo de la mujer hasta que las circunstancias llevaron al mundo a señalar un día al año por esta causa.

El siguiente ingrediente es el libro del Deuteronomio del Antiguo Testamento. Según este libro:

"Si un hombre se casa con una mujer, pero después le toma aversión porque descubre en ella algo que le desagrada, y por eso escribe un acta de divorcio, se la entregará y la despedirá de su casa. Una vez que esté fuera de su casa, si la mujer se desposa con otro y este último también la rechaza, escribe un acta de divorcio y la despide, o bien muere, su primer marido no podrá volver a tomarla por esposa, puesto que ella ha sido mancillada. Esto sería abominable a los ojos del Señor, y tú no puedes manchar con un pecado la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia." (Capítulo 24)

"Si un hombre acaba de casarse, no saldrá a combatir ni se le impondrá ninguna otra obligación. Quedará libre por un año para ocuparse de su casa y contentar a la mujer que tomó por esposa." (Capítulo 24)

"Si varios hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará con un extraño. El hermano del difunto se unirá con ella, y cumplirá con sus deberes de cuñado tomándola por esposa." (Capítulo 25)

"Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, deberás cortarle la mano sin tenerle compasión." (Capítulo 25)

De estos textos sagrados se extraen muchas conclusiones, pero la principal es que el cristianismo no ha ayudado mucho en la causa feminista. ¿Cómo pudo, entonces, nacer el feminismo en una sociedad eclesiástica? La única respuesta posible es que surgió como un movimiento contracultural (palabra que últimamente resuena mucho en este planeta).

(Rosa Muñoz nos cuenta cuentos de mujeres piratas
el pasado sábado 6 de marzo en la Biblioteca Nacional.)

Otro ingrediente de este informe que estoy cocinando son los piratas. Los piratas, que "son los terroristas de aquellos tiempos, a los que ahora veneramos románticamente; imagina que en el futuro se admirasen a los de ahora", (C.H.M. dixit) han representado una forma de contracultura donde las mujeres también han tenido mucho que decir. Larga es la lista de las mujeres piratas que ha habido en la historia y que supieron imponerse a dos mundos dominados por los hombres: el mundo de los piratas y el mundo, en general.

Ablaciones de genitales, acusaciones de brujería, diferencias salariales... No son pocas las contrariendades que las mujeres han sufrido a lo largo de la historia. Afortunadamente, desde Lisístrata a Hélène Cixous, ha habido muchas formas de lucha feminista. El punto de inflexión lo marcaron las sufragistas, logrando el reconocimiento del voto femenino. Y se han logrado avances, pero aún estamos lejos de decir que todo va viento en popa, a toda vela.